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Ideología y Socialismo del Siglo XXI


En la discusión acerca de lo que debe ser el Socialismo del Siglo XXI es
imposible no considerar el Marxismo y el Leninismo. Aunque sé que me
critican pos simplificar demasiado los análisis, pienso que de los
modelos simples se puede extraer más conocimiento que de los complejos.
Así, propongo la siguiente asociación simplista: Marx define el qué,
Lenin define el cómo.

La propuesta marxista es ontológica: describe un propósito específico,
la superación de la explotación del hombre por el hombre. Al superar
esta contradicción social, podrían superarse otras contradicciones
derivadas, como la miseria, la injusticia, las situaciones de guerra.
Marx nos plantea un mundo ideal. Ideal en el sentido de que es un mundo
creado en su imaginación, en su idea; e ideal en el sentido de
convertirse en un paradigma de un mundo definitivamente mejor al actual.
En este sentido, no encuentro argumentos para rechazar la utopía
marxista. Por el contrario, las contradicciones sociales se han
agudizado al pasar un siglo y el proceso dialéctico cobran más y más
vigencia.

El legado fundamental de Lenin fue epistemológico. Él nos propuso un
cómo. El cómo pasar de esta sociedad capitalista a la sociedad
Comunista que proponía Marx. Esta estrategia fue denominada por Lenin
la «Dictadura del Proletariado.» La estrategia consistía en subvertir
la realidad: quienes eran dominados pasaban a ser dominadores y
viceversa. El Pueblo se convertía así en Dictador.

Pero esta estrategia comenzó a degenerar. Como toda dictadura tenía que
tener un carácter represivo. No bastaba con reprimir a los burgueses,
sino que había que reprimir las características pequeño-burguesas
presentes en cada quién. Así que el Pueblo se convertía en Dictador del
propio Pueblo. La batalla ideológica había que librarla dentro de cada
cerebro: todos habían sido víctimas de un proceso de alienación que
hacía que uno tuviese apetencias desviadas del prototipo de humano que
requería el nuevo modelo social. Por lo tanto había que reprimir a
todos.

De la sociedad en su conjunto surgió un grupo de individuos que
destacaban por su claridad ideológica. Ellos se convirtieron en la
vanguardia de la dictadura, los que más tenían derecho a reprimir. Al
cabo de los años, estos se habían convertido en la nueva clase pudiente
de la sociedad. De esta sociedad distorsionada, surge el Capitalismo de
Estado, versión más atroz del Capitalismo, que el Burgués.

Alguien podría plantearse: «…pero eso es cosa del pasado, son
desviaciones del proceso histórico que sabremos corregir para el próximo
ensayo.» Mi visión rotunda es que NO. Ninguna estrategia para alcanzar
mejores modelos sociales puede partir de ninguna forma de dictadura. La
Dictadura del Proletariado es un absurdo, es contradictoria en sí misma.
El Pueblo no puede ser dictador de nada. En la medida en que el pueblo
se pretenda dictador, se hará esclavo de sus dogmas y le irá dando
fuerza al Estado como instrumento de dominación de un sector del Pueblo
sobre otro. La Dictadura del Proletariado es la trampa en la que
podemos (volver a) caer si nos desesperamos en la búsqueda del ideal
marxista.

Como no soy de los que critica sin proponer, pienso que la alternativa
tiene una denominación muy poco original: DEMOCRACIA. Lamentablemente,
este término ha sido vilmente manipulado y utilizado como argumento de
los que han tenido dominio en la sociedad. Sin embargo, en su acepción
etimológica exacta: Poder del Pueblo, la democracia se convierte en el
instrumento auténtico de transformación de la sociedad hacia los
verdaderos intereses del Pueblo.

En otros artículos he hecho referencia a la importancia de darle Poder
al Pueblo (Consolidar la Democracia). Particularmente pienso que es
importante consolidar tres roles: el de Vecino (Comunero), el de
Productor (Obrero, Campesino) y el de Consumidor.

Finalmente, quiero enfatizar el mensaje de este artículo. Podemos ser
Marxistas con todo orgullo, porque ser marxistas es estar identificado
con un loable propósito. Por otro lado, hay que darse cuenta que el
leninismo quedó derrotado por sus propias contradicciones históricas.
El Socialismo del Siglo XXI debe definir sus propósitos y estrategias.
La superación de la explotación del hombre por el hombre tiene que ser
un qué, la dictadura del proletariado no podrá volver a ser nunca jamás
un cómo.

(*)Prof.

pachano@ula.ve

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